jueves, 31 de diciembre de 2015

Y me asfixias con esta soledad
estando con todo lo mío... y sin nada de ti.


Con todo lo tuyo en ausencias.

 Abrumando por casualidad esta mente absurda
que piensa y piensa con fragilidad.


Y me implora que te busque
para saber si existes dentro de esta costumbre
que me hace titubear, sin que estés.


Indago lo verídico del viento
que sopla un aroma secreto de media tarde
desmembrando cierta intimidad.


Soledad es un abismo
que nos hunde en el abstracto presente al 

que me somete tu recuerdo.

Talvez es un grito que me separa por milésimas
del éxtasis de tu perfume o que se yo...


La verdad de estar allí
donde tu beso se hace gasa
que arropa mis labios. 


Atrapándome en letras
por esa discrepancia al no sentirnos en distancia literal.


Delato mi ausentismo, diría.


Porque no te rozo el alma en realidad. Ni tocas mi locura.
Y la idea de esto me separa del yo.


Corre por las arterias del nos, donde morimos hambrientos al saber
que distantes vivimos, sin los dos.


Ahora soy frágil como un sorbo de sangre
que no bebe ni el mártir,
ni lo eterno de esta guerra interior
que progresa en dilemas,

y solo corrompe las venas del que admira una tristeza
al pasear tus huellas sin pisarlas más.


Es la secuencia de sobrevivir
con un atuendo de carne hilvanado al vicio
y la idea del que no sabe cuando ha dejado de ser.


Podría decir
que no vivo ya sin ti al igual que antes...
podría decir que morí hace tiempo
sin siquiera existir.


Podría decir que la muerte sería beneficiosa
cuando además de a vos, también perdí mi alma.



Y si tan sólo supieras lo mucho que intento no morir...

viernes, 9 de octubre de 2015



Es verdad que los muertos tampoco duran.


Ni siquiera la muerte permanece y
Todo vuelve a ser polvo.

Pero la cueva preservó nuestro entierro.

Aquí están alineados
cada uno con su memoria,
los huesos dueños de nuestra historia.

Aquí sabemos a qué sabe la muerte,
Aquí sabemos lo que sabe la muerte.


La piedra le dio vida a esta muerte.
La piedra se hizo una con mi suerte.

Todo está muerto y en esta cueva ni siquiera 

yo estoy presente.

domingo, 24 de mayo de 2015

Voy a escribirte aquí las palabras que me quedan por decirte,  al menos las suficientes para que este peso no me lleve consigo hacia abajo. Y voy a escribirlas aquí, precisamente, porque aunque su misión sea llegar hasta vos, rozar tu corazón y escaparse definitivamente, se que no visitarás este sitio, y aunque lo hicieras jamás sabrías que este montón de palabras lleva tu nombre escrito.

Sí, yo podría darte la mano y llevarte por los escondrijos de mis sentimientos, si quisieras, al reverso de cada una de estas palabras; pero, ¿Y cuando vieras tu imagen grabada en ellas? Correrías, se que huirías donde tu corazón no pudiera alcanzarte. Por eso no me queda otra que soltar la cuerda que me unía a ti, y tumbarme en la noche a esperar que el aire se lleve el aroma de tu recuerdo, y el eco de mis propias palabras se confunda con tu respiración hasta darme cuenta de que solo fuiste una ilusión, un trozo de vida que ya no tengo.


Luego metería mis manos en los bolsillos, cuando estuviera desintoxicada de ti definitivamente, y recorrería de nuevo las calles solitarias donde un día reconocí tu rostro entre un mar de gente sin nombre, mirando siempre al cielo para evitar tu mirada. Entonces podría volver a esculpir versos en tu nombre que no dolieran como ahora, y abrazar tu silueta difuminada sobre un fondo menos oscuro.

Es difícil creer que no voy a esperar, que no voy a actuar, que no voy a ser yo, sobre todo para mí. Pero a cambio solo te pediré que no mires, no escuches, y no hables; dejame tumbarme en la noche y lanzar versos al viento como una borracha que ha perdido la esperanza. Te amo.